domingo, 24 de octubre de 2010

De San Salvador a Moarves

Ya estamos en Octubre y aprovechando la visita de un buen amigo de Barcelona el 7 de Octubre estuvimos viendo iglesias. De hecho voy a destapar uno de mis mayores hobbies… El arte románico.

Es extraño que bien avanzado el S. XXI uno de los mayores tesoros de Palencia todavía no está publicitado como se merece. El disfrute del arte románico no necesita de grandes estudios y te pone en contacto tanto con el modo de vivir de aquellos siglos (S. XI y XII), como con el actual. En contacto con el pasado porque el arte románico es muy simbólico y muestra en sus arquivoltas, canecillos o capiteles, tanto detalles de la vida de Jesús como del folklore popular. Contacto con nuestros días porque nos pone en conexión con los responsables custodios de cada una de las iglesias. Infinitas anécdotas que nos tienen que contar ya sea sobre su día a día o sobre la historia reciente de la iglesia. Se podría de hecho escribir varias líneas sobre los pequeños y grandes hurtos que en apenas unas horas nos han contado…


Pero nos centraremos en mostraros las iglesias y aunque sea de manera poco profesional daros alguna pincelada de la grandeza. La ruta empezó en San Salvador de Cantamuda en su iglesia parroquial. Allí se puede observar su esbelta espadaña que la hace destacar sobre las obras románicas de su entorno.

Nos fuimos a continuación a Revilla de Santullán donde el señor Belarmino nos presenta la iglesia dedicada a San Cornelio y San Cipriano. En su portada se representa en una de las arquivoltas la Última Cena con el Maestro, los doce apóstoles y dos invitados. En el extremo izquierdo el comitente del templo y en el derecho el propio escultor. De hecho lo que a mí me resulta más curioso es ese detalle.







A continuación aparecimos en Colmenares de Ojeda a ver su pila bautismal. Allí se puede ver uno de los ritos cristianos más arraigados: El bautismo. En este caso se ve el bautismo de inmersión, que fue el que practicó la Iglesia hasta el S. XV. La pila podría ser perfectamente una foto del momento.

El sacerdote bendice con una mano y con la otra sujeta las Escrituras. A su derecha está el padrino que sujeta el niño, del que solo se le ve la cabeza. A su izquierda un monaguillo sostiene la cruz y ayuda al padrino. Más a la derecha de la escena aparece la madrina que también toca al niño y en el extremo izquierdo de la foto aparece el padre con otro niño perfectamente abrigado.







En la otra escena de la pila se ve el sepulcro vacío con las Marías que vienen a adorarlo y soldados adormilados. Al otro lado del sepulcro aparece al ángel que las viene a avisar de la Resurrección del Señor.

Posteriormente pasamos por Carrión donde paramos a ver la iglesia de Santiago. Allí en la fachada se observa el perfecto pantocrátor y el tetramorfos que lo circunda. Pasaré de puntillas por esta iglesia, dado que la que a pesar de su importante friso es una calco de la siguiente.

Después nos marchamos a Moarves... Un pueblo perdido en la comarca de Ojeda, pero que tiene una iglesia, dedicada a San Juan Bautista, sencillamente preciosa, a la que es complicado renunciar en su paso por la angosta carretera. Allí nos volvemos a encontrar con una portada difícil de olvidar.

Es la misma escuela de escultores de Carrión, seguramente unos discípulos del maestro que allí trabajó. Si nos fijamos en ambas representaciones son iguales, aunque la de Moarves tiene más detalles, seguramente porque se encuentra mejor conservada. Los ojos de Cristo son los mismos que se ven en la pila de Colmenares. Unos ojos saltones que miran hacia adelante pero sin concretar su destino. El tetramorfos en Moarves es más pequeño, pero así ayuda a ensalzar la grandeza del Pantocrátor, o sea, Dios omnipotente. El acartonamiento de los pliegues en las piernas se hace más acusado en este de Moarves. Y es que el Románico es y será un arte hierático... Éste se pierde con la mejor mano del escultor de la iglesia de Santiago, pero que a la vez, a mi gusto, también le hace perder fuerza. Para acabar la mandorla que los rodea es la misma. Serán iguales o casi, o será la piedra rojiza le da un colorido diferente, pero esta iglesia de Moarves me encanta.

sábado, 2 de octubre de 2010

Hospedajes en Croatia (2ª parte)

Pensaba que con la habitación de Samobor ya se habían acabado todas las sorpresas del viaje… ¡Qué va! La siguiente habitación estaba esperándome en Zadar y qué la pasaba… A la habitación en sí… Nada! Era muy correcta… El problema estaba otra vez en el complejo en la que estaba emplazada. Esta vez no era una vinacoteca, era un restaurante de carretera (eso sí, de la carretera de entrada a Zadar y a unos 3 kilómetros del centro) que había ampliado el negocio al hospedaje. El tema es que tampoco había recepción y ésta se produjo en la caja, donde entre factura y factura de comidas, el estresado camarero atinó a introducir los datos de mi pasaporte y darme una llave para mi habitación.


Después de Zadar tenía una habitación particular en una casa cercana al parque de Plitvice. La única dificultad era encontrarla dado que todos estos alojamientos de montaña pueden o no encontrarse solidarios a la carretera principal. En mi caso y siguiendo perfectamente la ley de Murphy no quedaba claro donde estaba mi siguiente destino. Cada casita de la carretera tenía un panel donde se indicaba su número, pero éste no era ni creciente ni decreciente, ni seguía ninguna ley empírica que fácilmente se dedujera en los pocos segundos que había entre un pueblo y otro (donde la calle cambiaba de nombre). Al final, lo de siempre, parada en un restaurante y a través de señales, tratar de llegar al destino deseado.
Allí me esperaba una niña, que me pasó por teléfono con su madre para indicarme amablemente que tenía todas las camas ocupadas. Ante mi asombro, dado que la indiqué que tenía con fecha D la reserva hecha… Deshice con el coche unos metros del camino transitado para buscar desde cero un nuevo alojamiento. Este no sería muy complicado de encontrar porque prácticamente lo extraño era no ver una casa que no te permitiera dormir. De nuevo, cuál fue mi sorpresa cuando habiendo elegido una al azar, la pareja de personas mayores no parecían muy de acuerdo con compartir una noche con una persona con la que no intercambiarían ninguna palabra. Realmente fue solo esa primera impresión… Que a veces falla!!! Al día siguiente me desperté con el desayuno más sano de todo el viaje: Unos huevos revueltos con embutido y pepino con té.


Como contraste de esta experiencia, mi siguiente parada era un youth hostel. Sencillamente lo peor del viaje… Malas maneras acompañadas de falta de profesionalidad en la recepción.


Dejamos Split a las 5h de la mañana para ir al palacete que nos quedaba por residir. En Dubrovnik tenía reservada un apartamento para dos personas que me permitiría descansar después de nueve días de viaje y cargar las pilas para la vuelta a Spain.


Begovic Boarding House
tiene un pequeño complejo hostelero y será difícil que si no duermes en su enorme casa, no lo hagas en alguna de sus familiares cercanos. Perfecta hospitalidad croata!