Los cántabros son las sociedades menos influenciadas en Hispania por los romanos, como se detecta por sus rasgos matriarcales. Este rasgo se detecta en la sorprendente epigrafía de una estela que se encuentra en el lateral de este camnino dedicada por Aurelius Proculus a su aunculo (tío materno).
El camino se torna exigente y los que pensábamos que el pico sería la parte más complicada de la ruta descubrimos que estas pendientes ya nos exigen más de lo estamos preparados. A mitad del bosque nos encontramos con un cartel que nos indica que el pico se encuentra a mano izquierda.
Lo obviamos, dado que la pista maderera nos ofrece mayor confianza y así nos lo indica el track que tenemos guardado. No nos olvidamos de este cartel, ni de su camino, porque nos servirá para hacer el regreso. El problema se encuentra cuando llegamos a los 1460m ya que empiezan a verse las primeras formaciones de nieve en el suelo y justo 26m después nos hace reflexionar sobre la conveniencia de seguir la ruta prevista.
Seguimos hasta el collado de Tendeña, donde se sacan las fotos más bonitas de la ruta hasta ese momento, con el embalse de Riaño al fondo.
A 1686m el camino es imposible… El track nos pide un nuevo esfuerzo por un camino que esté completamente helado y ahí acaba la ruta por el día de hoy. Con cierta frustración bajamos por el cordal que nos lleva al letrero anteriormente mencionado, lo cual nos convierte la ruta en un “exigente” paseo de cuatro horas y media, válido para todos aquellos que no tenemos el equipo suficiente de montaña.
Como reflexión para un futuro está anticipar la cota de nieve que nos vamos a encontrar antes de lanzarse al vacío. Es un trabajo que no es para el día de hoy.
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